Tu piel de
arena fina pronuncia mi nombre cada noche,
y yo
anhelante de un lugar donde cobijarme te persigo en un océano de sombras.
Cuando monto
mi campamento en medio del desierto abismal,
Sueño con tu
piel de arena fundiéndose con la mía,
y es cuando
me veo transitando con toda libertad tus dominios indómitos,
que me son
ofrecidos como sacrificio de tu amor.
Camino
aturdido por el deseo hasta que encuentro las dunas que forman tus senos
coronados por
dos dulces dátiles que sacian mi hambriento cuerpo.
Una vez
repuesto, sigo mi peregrinaje de penitente enamorado hasta encontrar un
oasis entre
tus mulos de coral,
donde bebo de
tu ambrosía hasta saciar mi sed,
y como
recompensa a tu dulce hospitalidad,
dejo que mi
lengua de espuma de mar borre cual ola los malos recuerdos que castigan
tu mente,
mientras mis
dedos ágiles como corceles invisibles, cabalgan raudos por su cuerpo
huidizo y cambiante hasta alcanzar la
seguridad de sus cabellos sin estrellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario